Actividad 2


Semana del 30 de marzo al 5 de abril


Nos estamos acercando a las Semana Santa. Y no por estar en casa vamos a dejarla pasar, ¿no os parece?

La actividad que proponemos esta semana es un Vía Crucis... ¿Qué es eso?

"Vía" y "crucis" son dos palabras que provienen del latín: "Camino de la cruz". Y en eso consiste, durante un ratito queremos acompañar a Jesús en sus últimas horas antes de morir.

Quizá estos días estés escuchando en las noticias (o incluso tú mismo conozcas) a muchas personas están solas en los hospitales. Los cristianos aprendemos de Jesús a no mirar para otro lado en los momentos de sufrimiento, porque sabemos que de toda situación Dios es capaz de sacar un bien. En esta oración, queriendo seguir a Jesús que camina libremente hacia la cruz porque nos quiere, acompañamos también a todos los que se sienten llenos de miedo y dolor, y pedimos por ellos ante nuestro Padre del Cielo.

Podéis aprovechar esta oración para reuniros en familia y rezar juntos. Uno puede leer lo que está en negrita, otro lo que está en cursiva, si os apetece podéis cantar una canción de misa que tenga relación con alguna estación o encender una vela... ¡Seguro que sois unas familias muy creativas!

Escribimos en rojo algunas indicaciones prácticas. ¡Aunque lo veáis muy largo os prometemos que no se tardan más de 25 minutos!





-          (Se hace la señal de la cruz) En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo 


-          Primera estación: Jesús es condenado a muerte

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo               (La R. significa que contestamos todos)

Pilato entonces sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: «He aquí a vuestro rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera; crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿A vuestro rey voy a crucificar?». Contestaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que al César». Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. (Jn 19, 13-16)

Perdónanos, Jesús, por las veces en las que nosotros también etiquetamos a las personas, las juzgamos y las rechazamos. Regálanos tu forma de mirar.

(En cada estación, después de el pasaje del Evangelio, conviene dejar unos segundos de silencio para que cada uno medite lo que se ha leído)

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Segunda estación: Jesús carga con la cruz

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota) (Jn 19, 16-17)

Jesús, a veces me dejo llevar por la queja y la pereza. Me cuesta obedecer y cualquier cosa me saca de quicio. Tú sabes que, en realidad, no quiero vivir más así. Concédenos un corazón dócil como el tuyo.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Tercera estación: Jesús cae por primera vez

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Señor Dios, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; (Sal 141, 8)

Jesús, nadie parece dispuesto a ayudarte. A veces yo también me siento solo, no puedo darme cuenta de cómo me quieren las personas que tengo cerca. Jesús, 
si Tú te has levantado, tira de mí para que yo también me ponga de pie.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Cuarta estación: Jesús se encuentra con su Madre

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». (Lc 2, 34-35)

María quiere tanto a Jesús que no se echa atrás, a pesar de que ver a su Hijo tan maltratado le debía resultar muy doloroso. Hoy te pedimos, Madre, el don de no huir ante el sufrimiento propio o ajeno.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Quinta estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo 

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús (Lc 23,26)

Simón no quería llevar la cruz de un condenado. Quizá era de los que creen que lo hacen todo mejor que el resto. Perdónanos Jesús por las veces en las que nos dejamos llevar por el orgullo en vez de por la caridad.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, | como un hombre de dolores, | acostumbrado a sufrimientos, | ante el cual se ocultaban los rostros, | despreciado y desestimado. (Is 53, 2-3)

Jesús, nunca has pensado en ti mismo. Perdónanos por las veces en las que vamos "a lo nuestro". También te damos gracias por los gestos de amor cotidiano que tantas veces pasan desapercibidos.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Séptima estación: Jesús cae por segunda vez

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Venid a mí, todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré (Mt 11, 28)

Jesús, muchas veces experimento que lo que me hace caer es que me cuesta pedir perdón o perdonar. Señor, yo quiero amar como Tú, enséñame.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos». (Lc 23, 27-29)

Perdónanos, Jesús, por las ocasiones en las que nos quedamos en el victimismo, llorando sobre nosotros mismos. Regálanos un corazón agradecido.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Novena estación: Jesús cae por tercera vez

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. (Is 53, 4-5)

Jesús, reconozco que muchas veces me falta constancia. Prefiero limitarme a lo más cómodo, a lo que menos me cuesta, aunque eso haga mal a los otros. Sálvame, Jesús.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. 24Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica» (Jn 19, 23-24)

Perdónanos, Señor, por todas las situaciones en las que nos guía el egoísmo en vez de la generosidad. Tú no te reservaste nada, haznos como Tú.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Decimoprimera estación: Jesús es crucificado

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (Lc 23, 33)

¡Gracias, Jesús, porque estás en la cruz por mí! Perdona todas nuestras faltas de amor hacia ti, por las veces en que no cuidamos la oración, los sacramentos...

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Decimosegunda estación: Jesús muere en la cruz


V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró. (Lc 23, 46)

Jesús, perdóname por las veces en las que he actuado pensando que mi vida solo depende de mí, diciendo que soy cristiano pero sin dejar que obres como Tú quieres.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Decimotercera estación: Jesús, muerto, es puesto en brazos de su Madre

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. (Jn 19, 25-27)

María estaba, permanecía de pie, diciendo que sí a Dios aunque no entendiera. Madre, aumenta nuestra la fe.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí

-          Decimocuarta estación: Jesús es colocado en el sepulcro

V. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos
R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. (Mt 27, 57-60)

Por todas esas veces que he perdido la esperanza sobre mi persona. ¡Perdón Señor! Enséñame a mirarme como me miras Tú.

V. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de mí


Oración final:

Te pedimos, Señor, que nos enseñes a velar junto a tu Madre en espera de la resurrección. Que ella sea faro de esperanza, alegría, vida nueva y salud para todos sus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén






¡Vaya! El Vía Crucis ha sido un poco largo... Si estás cansado ahora, busca otro rato para contestar a estas preguntas.


- Para contestar -


Jesús ha muerto y le han sepultado. Pero... ¿Y ya está?  

¡NO! Dice san Pablo "Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido (...) Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de todos los hombres" (Cfr. 1Co 15, 17-19). También hoy afirmamos que Cristo vence, mantenemos la esperanza en él porque es el Señor de lo imposible.

- Cuéntanos algo sobre el Vía Crucis: Cómo lo habéis rezado en casa, qué estación te ha llamado más la atención (¡No te olvides de explicar el por qué!)...

- Párate un minuto y piensa: ¿Crees que rezar sirve para algo? ¿Merece la pena conocer a Jesús? ¿Cambiaría tu día a día si no supieras que Jesús ha muerto y ha resucitado por ti? Explícanoslo con algún ejemplo de algo que te haya pasado a ti.




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